Mientras que cientos de colombianos en varias ciudades del país rinden homenaje a las madres que buscan a sus seres queridos desaparecidos en el marco de la Operación Orión con un mural que dice: Las cuchas tienen razón, un grupo de negacionistas hacen todo lo posible por taparlos.
Un mural que se debate entre la búsqueda por la verdad tras esas desapariciones perpetradas en su mayoría por la Fuerza Pública en alianza con grupos paramilitares, que se ha vuelto símbolo de resistencia, apoyada por un grupo en una esquina, y una lucha por negar la verdad, con otro grupo en la otra esquina.
La historia arranca 22 años atrás cuando tuvo lugar la Operación Orión. Una maniobra del Ejército Nacional para erradicar a los grupos guerrilleros y paramilitares que controlaban la comuna 13 de Medellín, pero que terminó con la unión de los militares y los paramilitares asesinando y desapareciendo a quienes consideraban sus contradictores, sin juicio alguno. Y luego, arrojados a La Escombrera.

Uno de los vertederos de escombros, concreto y acero de la industria de la construcción en la ciudad en Medellín, cerca de la comuna 13, con extensión cercana a los 18.000 metros cuadrados.
Desde ese año y durante dos décadas, familiares, en su mayoría madres, de cerca de 500 personas desaparecidas, habían denunciado que los restos de sus hijos fueron arrojados allí. Sin embargo, aunque se llevaron a cabo algunas excavaciones previas, dichos cuerpos nunca fueron encontrados por las difíciles condiciones de la búsqueda. Pero a finales de 2024 todo cambió.

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Entre el 18 y 21 de enero de ese año, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas –UBPD–, creada en 2017 como parte de los mecanismos transicionales del Acuerdo Final de Paz, dio sus primeros resultados en La Escombrera. Un cráneo, un fémur izquierdo, unas costillas, una tibia, una dentadura y otros restos humanos fueron hallados, dando la razón a décadas de lucha.
Estas son “las primeras estructuras óseas que podrían corresponder a personas desaparecidas en el marco del contexto del conflicto armado en La Escombrera de la comuna 13″, señaló el mismo día el magistrado de la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) Gustavo Salazar.
Además, le contó al país que la búsqueda llevaba 146 días y que se removieron 36.450 metros cúbicos de suelo para lograrlo. Mensaje que ratificaba que lo sucedido allí fue un crimen de Estado.

Los murales
Una vez se supo de los hallazgos, entre el 8 y 9 de enero de 2025, decenas de jóvenes paisas pintaron el primer mural: Las cuchas tienen razón #éldiólaorden en el deprimido de la Terminal Norte de Medellín. Al otro día, el alcalde Federico Gutiérrez lo mandó a tapar. Para él, era feo y no era una expresión artística.
“Una cosa es el graffiti como expresión artística, ejemplo lo que se ha logrado en la Comuna 13 y en otras zonas de Medellín. Es más, está reglamentado por un acuerdo municipal. Y en nuestro Plan de Desarrollo hemos definido intervenir 30.000 metros cuadrados con arte urbano», expresó el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, en X.
“Otra cosa muy diferente es el desorden y quienes simplemente quieren generar caos y poner fea y sucia la ciudad. Acá hay respeto por las expresiones artísticas y las apoyamos, y al mismo tiempo tenemos claro que el espacio público de la ciudad es de todos y hay que mantenerlo limpio y bonito”, añadió.

Una censura que generó indignación nacional y una ola de creación del mural: Las cuchas tienen razón, en todo el país. Así como una ola de negacionistas dispuestos a tapar la verdad.
Arrancando por Bogotá, cuando el 17 de enero, cientos de ciudadanos se reunieron en la calle 45 con carrera séptima para pintar: Las cuchas tienen razón y sumarse a la indignación de Medellín.
Entre ellos, Edgar Pinzón de 79 años de edad, quien lleva años acompañando las marchas de los jóvenes estudiantes y de los indígenas de Colombia. A quienes considera “los verdaderos héroes y mártires” en la historia de país.
“Cada vez que pueda acompañar estas manifestaciones lo seguiré haciendo y tratando de que vengan más viejos a acompañarlos”.

Una de ellas, Blanca Nubia Monroy, madre de Julián Oviedo Monroy, desaparecido el 2 de marzo del 2008 y asesinado al día siguiente, en el caso conocido como falsos positivos.
Para ella, el muro, así como el acto, “es una manera de hacerle compañía a las madres de La Escombrera”. A quienes por décadas no se les creyó.
“Antes decían que las locas tenemos la razón”, refiriéndose a las madres de los falsos positivos. Ahora: “Las cuchas tienen razón, que son las madres de los desaparecidos en La Escombrera. Agrega, Nubia.
Y, aunque reconoce que hay un 50 por ciento de los colombianos a favor y la otra mitad en contra, sabe que la lucha que han tenido durante 17 años no ha sido en vano. “Que no estamos solas y que mucha juventud está con nosotras”.

Menos, Josias Fiesco, un joven militante del partido Centro Democrático, quien camuflado por la noche, tapó con pintura negra el mural un día después.
Para él, “las cuchas son las que crían los que dibujan calaveras en las paredes o atraviesan cables en el Portal Américas. Colombia tiene madres que son las que con esfuerzo sacan sus hijos adelante para que sean deportistas”.
“Este gobierno le quita el 35 por ciento al deporte, entre otras cosas. Vamos a sacar a nuestro país adelante y sobre todo a defender la libertad como hoy nos lo exige Colombia”, agregó.
#LimpiemosBogotá 🟡🔴
— Josias Fiesco (@josiasfiesco) January 19, 2025
🔴BOGOTÁ AMANECIÓ MÁS LIMPIA, con menos grafitis petristas.
🔴Cuchas son las que crían los que atraviesan cables en el Portal Américas o pintan calaveras en las paredes. Madres son aquellas que con esfuerzo levantan a sus hijos y se enfrentan al peor… pic.twitter.com/EacmohQzpz
Además, aseguró que “grafitti que ensucie a Bogotá, grafitti que vamos a limpiar”. “Ese muro contenía unos mensajes insultantes, unas calaveras que afectan psicológicamente a las familias que leen ese mensaje. No tenemos por qué aguantarnos a quienes si han hecho daño para que expongan en los muros públicos sus mensajes de maldad”.
Y parece que la promesa fue cumplida. Este 21 de enero, luego de que cientos de personas en la ciudad se reunieran para volver a pintar el mural, este amaneció de nuevo con pintura negra.
Actualmente hay 10 murales en diferentes lugares de Colombia, incluidos Ibagué, Cali, Soacha, Manizales, Bucaramanga, Pitalito, Huila, Cauca y dos más en Bogotá, ambos en la localidad de Usme.
Ratificando el compromiso de los colombianos por la memoria y la verdad, apoyada por un grupo en una esquina, y los que luchan por taparlo cada noche, el otro grupo en la otra esquina.



